A la hora de plantearnos una dieta para adelgazar lo primero que calculamos son los alimentos que nos llevaremos al estómago. Sin embargo en este artículo quiero matizar la importancia del control de la mente a la hora de hacer dieta, este trabajo mental nos ayudará a adelgazar sin esfuerzo y no recuperar lo que hemos perdido (efecto rebote).
Muchas personas tienden a engordar debido a que comen más cantidad de nutrientes y calorías de los que necesitan diariamente. Cuando nuestro cuerpo está en actividad va consumiendo energía en forma de glucosa. Cuando sube la insulina y baja la glucosa, se activa el centro hipotalámico que provoca la sensación de hambre.
Una vez ingerimos algo de alimento, comienza la estimulación del sistema nervioso del aparato digestivo. Conforme el aparato digestivo va descomponiendo los macronutrientes (hidratos de carbono y proteínas) en nutrientes sencillos (glucosa y aminoácidos) el hipotálamo recibe la orden de activar el centro nervioso que produce la sensación de saciedad. El proceso de activar la sensación de saciedad tarda unos 20 minutos. Es por ello que se recomienda comer despacio, para dar tiempo al cerebro a registrar la sensación de saciedad.
Lo lógico sería no volver a tener hambre hasta quemar las calorías consumidas, sin embargo, muchas personas comen continuamente, lo que les hace engordar, ya que no gastan todo lo que comen.
Por el contrario, hay personas que pueden estar horas sin comer, lo que les produce pérdidas importantes de peso, flojedad, etc.
Estas situaciones nos advierten de la importancia del control de la mente en la alimentación.
Para muchas personas el estrés, la ansiedad y los nervios les llevan a comer continuamente, a pesar de que su cuerpo no necesite esas calorías.
Este modo de comer en exceso, picoteando a todas horas, abusando de los dulces, pone de manifiesto una grado de estrés.
Como hemos comentado los alimentos no sólo aportan energía y calorías, sino que aportan sustancias con efectos sedantes y antidepresivos (como el chocolate), son los llamados "alimentos de la felicidad". Es por esto que en estados depresivos o tras un desengaño amoroso, se tiende a comer más dulces.
A otras personas les ocurre lo contrario, el estrés y los nervios les "cierra el estómago", eliminando las ganas de comer. Esta disminución del apetito les lleva a comer menos y a perder peso.
Por todo esto podemos decir que nuestro estado anímico y mental afecta, no tanto a nuestro metabolismo, pero sí a nuestra conducta alimentaria, haciéndonos comer en exceso o en defecto.
Para evitar ambas situaciones os recomendamos:
- Una actitud positiva ante la vida y ante las adversidades.
- Tener tiempo de ocio. Practicar algún hobbie (nadar, pintar, ir al cine, leer, bailar, etc).
- Practicar algo de ejercicio.
- Hacer técnicas de relajación y control de la respiración.
- Comer despacio y hacer las 5 comidas. No saltarnos comidas.
- Llevar una dieta variada y equilibrada.